viernes, 27 de noviembre de 2009

Valor de la honestidad pública

Valor de la honestidad pública
La corrupción
René Sacramento Pech (*)

07/10/2009

La Academia San Juan Diego, cuyo objetivo es dar a conocer el Magisterio de la Iglesia, ha encontrado el momento propicio para expresar su punto de vista respecto a una situación actual en la vida de las personas y de los pueblos, relacionada con la nueva encíclica de S.S. Benedicto XVI, Caritas in Veritate —La caridad en la verdad— publicada el 29 de junio pasado, y el subsidio No. 13 editado con motivo del VI Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en México en enero de este año.

En la encíclica se explica con claridad que nuestras acciones deben estar encaminadas hacia el bien común tomando en cuenta la doctrina social de la Iglesia, y que al realizarlas, si no se hacen con un espíritu de verdad, son marginales y no se orientan a la justicia y al bien común, por lo que tienden a demostrar una falta de fraternidad entre los hombres y en muchos casos entre aquellos que los gobiernan.

Con base en lo anterior, si no se puede lograr un “desarrollo humano sostenible y sí un fracaso en los resultados al no buscar un bien común como fin, se corre el riesgo de destruir la riqueza y crear o aumentar la pobreza”, con el peligro de volver a los principios de la década de los 90 cuando los niveles de hambruna habían aumentado dramáticamente, según las declaraciones de la directora del Programa Mundial de Alimentos, Josette Sheeran.

Conocer y poner en práctica “el valor de la honestidad pública y la probidad contra la corrupción” es una forma de vida que junto a la justicia exige dar a todas las persona lo que les es debido de un modo congruente. Vivir este valor es imperativo para que las relaciones entre personas, familias, pueblo y gobierno se desarrollen dentro de un ambiente de confianza y armonía, de tal forma que garantice un respaldo de seguridad y credibilidad. El subsidio mencionado deja bien claro, en congruencia con lo expresado en la encíclica, que “la honestidad es uno de los valores más importantes para el perfeccionamiento de la personalidad”, de tal forma que, cuando una persona o grupo la practican, “es garantía de fidelidad, discreción, trabajo profesional y seguridad en el uso y manejo de los bienes materiales”.

La corrupción es abuso del poder para beneficio indebido; produce un daño social de tal magnitud, que atraviesa todos los sectores; es atribuible a políticos, funcionarios, familia y personas, y en un momento dado hace cómplices a todos, porque en todo acto de corrupción hay uno que corrompe y otro que se deja corromper. La corrupción se radica en las personas, como ya se dijo, pero se convierte en sistema si se tolera socialmente. Como afecta a todos, es una causa básica del subdesarrollo y la pobreza, privando a los pueblos y familias de un bien fundamental que es la legalidad.

Para acabar con la corrupción y fomentar la honestidad en todos los sectores hay que tomar acciones en las que todos somos responsables de algún modo; ayudar a la formación moral fundada en principios y valores firmes y no en conveniencias; y dar ejemplo quienes ejercen algún poder o tienen influencias, de un espíritu de servicio y transparencia en el manejo de los recursos, situación que afianza la probidad.

“La sanción justa de quienes son sorprendidos en actos de corrupción, tanto de los corruptores como de los que se dejan corromper, cualquiera que sea su cargo, alientan a que no se practique la corrupción, ya que la impunidad no permite avanzar y la autoridad no puede ser cómplice ante los casos comprobados de deshonestidad”. Por ultimo el subsidio varias veces mencionado sugiere: “El esfuerzo privado contra la corrupción debe apoyar y desarrollar las medidas contra la corrupción en el sector público. El orden social será más sólido cuando no se imponga el interés individual al de la sociedad en su conjunto”. Algunas formas para combatir la corrupción del sector público pueden ser: Fortalecer el empleo y gestionar subsidios justos a los servidores públicos que les permitan satisfacer sus necesidades y un sistema eficaz de pensiones.

 Planear un sistema judicial efectivo y procesos transparentes abiertos.

 Desarrollar una autoridad responsable con espíritu de servicio.

 Promover en la autoridad la capacidad de asumir, como fin de su actuación, el bien común y no el prestigio o el logro de ventajas personales o el poder (Subsidio No. 13 pág. 61).

Conclusión: La Iglesia, siempre actualizada y pendiente de todo y de todos, los invita a que hagamos un momento de reflexión leyendo en la Biblia la carta del apóstol Santiago: 5, 1–6 .— Mérida, Yucatán.

————— *) Presidente de la Academia San Juan Diego

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